Desde chiquita me acompleje muchísimo por mi pelo crespo. No sabía como darle forma y que no se me esponjara, que el frizz se controlara, y decidí siempre recogermelo. Pero cuando crecí, empecé a querer cada vez mi pelo, a entender que me diferenciaba, que me hacía única, que me lucía. Desde los 15 empecé a cuidarmelo, a buscar videos, a informarme y a amar cada vez más mi pelo. Hoy puedo decir que aunque todavía sea un misterio y siga aprendiendo trucos y formas de arreglarmelo, es de las cosas que más me gustan de mi. Esta ilustración va para todas las crespas que seguimos en el camino del autoconocimiento de nuestro pelito.